Antonio Cilloniz de la Guerra

Opus est. III Tardes de otoño

Del poder absoluto

Al pasar por el Parlamento,
escuché voces contrapuestas y encendidas
que decían estar hablando en mi propio nombre
todas al mismo tiempo, entonces
quise exponer mis opiniones
sobre aquello que había oído, pero
en la puerta un ujier
me cerró el paso y me dejó en la calle.
***
Yo he sido quien los viese madurar
mezclando hojas de olivo y de laurel
con las pequeñas ramas del ciprés.
Y en el solsticio del invierno
que al ocio hace tan largo casi
como al negocio
y más aún el del estío,
así también de vanos
habrán de ser después sus sueños.
***
Si no distingues al halcón de entre los buitres
o al lobo del cordero
y al zorro de una liebre,
¿cómo sabrás después
elegir el momento
de coger o dejar las cosas
y de si debes proseguir o detenerte?
Lo que crece y entonces se alza,
se ensancha, extiende y ramifica
y no lo cortas,
acaba por caer al suelo
para al final ahí pudrirse.

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