Antonio Cilloniz de la Guerra

Bárbara Brncic

Un modo de mostrar el mundo

Un modo de mostrar el mundo es un libro de libros. Se compone de dos partes que engloban cuatro tramos cada una: "Semejante al olvido", que incluye Hacia el rosal postrado, En beneficio de Eros, Canciones de ternura y desaliento y Panteón; y "Más allá de la memoria", que incluye, a su vez, Huellas de la mano en la escritura, Somnodor o la estética del trabajo, Del sueño de los poemas y otros dominios y El árbol en el jardín florecido.
Esta ordenación, que se repite en su simetría hasta llegar a las unidades más pequeñas, los poemas, es una de las claves fundamentales de la obra, es la llave que deja entrar en la poesía de Cillóniz. Un modo de mostrar el mundo es un proyecto global donde cada una de sus partes son piezas de un engranaje que no funciona sin cada una de ellas. Por tanto, hemos de situarnos en una perspectiva más amplia para poder comprender lo que opera dentro del libro. Este punto de partida coloca al lector en una posición compleja si aborda el libro buscando un solo poema, ya que, precisamente por esa característica de orden escrupuloso, Un modo de mostrar el mundo tiende a leerse como una novela, de principio a fin, y difícilmente permite que se aíslen sus partes.
Cada una de ellas tiene un principio y un final, a modo de capítulo, donde justamente porque se trata de mostrar el mundo, se comienza por el principio, un principio histórico, y se toma como referencia un motivo, o, más bien, un aire, que se desarrollará durante los siguientes poemas, en una progresión que, a veces, solo es entendible si avanzamos en la lectura, en el orden caótico de la memoria.
Si el orden del libro es uno de sus factores de comprensión más llamativos también lo son los lugares comunes. Cillóniz crea una poesía sin anclaje, atemporal y subjetiva que divaga en torno a elementos poéticos tradicionales, a tópicos. Esa forma de construir su universo poético remite a una forma de trabajar con material de derribo muy poco común. La mitología clásica, el tratamiento de la naturaleza, el vocabulario empleado, incluso la forma de relatar el mundo femenino, trae ecos de otras épocas. Sin embargo, todos esos elementos, sometidos al verso libre, reordenados según otro canon, cobran un nuevo significado. Se diría que Cillóniz vive entre ruinas, entre imágenes del clasicismo renacentista. Lo actual, lo vigente, rara vez se cuela por entre sus palabras. Las grandes ciudades no están presentes, la naturaleza está, románticamente, sin domesticar, las mujeres son tan sólo hijas, madres, esposas o meretrices, y la tradición greco-latina y lo mágico y lo mítico están omnipresentes.
La manera en que se desarrolla este proyecto, también está ordenada según la forma de sus partes. En "Semejante al olvido", predomina el poema corto, de versos libre, con un delicado cuidado por las rimas internas que en algunas ocasiones es memorable. En la segunda parte, "Más allá de la memoria", el verso y los poemas se alargan, aparecen versos con cesuras y, por fin, aparecen prosas. Esto remite a dos tipos de acercamiento al mundo. En "Semejante al olvido", se describen las ruinas de un pasado arcaico, mítico, en todos sus aspectos y temas. En "Más allá de la memoria", el tono es otro: el yo poético se hace más presente, y deja los trazos de lo experiencial, de lo íntimo, de lo presente, de lo cotidiano.
Antonio Cillóniz crea un modo de acercarse a lo que nos rodea, rescatando del olvido de la memoria colectiva todo aquello que ha marcado la experiencia poética, y que, por ende, ha marcado la experiencia del mundo, y se apropia de cada uno de los detalles con la voluntad de vulnerar y dar una nueva orientación a lo que ven sus ojos. Todos los temas que trata: el amor, la naturaleza, el devenir de tiempo y la muerte, la injusticia social (más bien, la relatividad de los conceptos asociados al bien y al mal) se originan y se propagan desde la idea de orden, tal como queda expresada en "Orden del caos, XIV": "La idea del orden lleva implícita miles de ordenaciones caóticas; cada una en un orden distinto."
Un modo de mostrar el mundo es una obra compleja construida en torno a un universo muy personal al que no es fácil entrar. La falta de "correlatos objetivos", según la terminología de Eliot, hacen que un mundo muy bien construido, parezca un mundo autista al que, a veces, cuesta entrar. La utilización de elementos culturales que pueden actuar como puntos de referencia, aunque existen de un modo que, a veces, roza lo pedantesco, edifican una poética hermética y, a mi modo de ver, demasiado personal que, a menudo, diluye su carga de significación. La búsqueda del poeta puede estar situada en muchos ámbitos y está claro que la función dominante en poesía de Cillóniz no es la comunicativa, en el sentido estricto del término. Sin embargo, también es cierto que demasiada oscuridad o un exceso de interferencias pueden empañar la lectura. Y una lectura que requiere mucha cooperación por parte del lector, supone una superación del horizonte de espectación. Esto, en Un modo de mostrar el mundo, es atribuible a esa recreación del mundo propio que no deja tregua al lector. Por eso, por ser un producto demasiado abstracto, ha de mirarse como un objeto acabado para ser analizado. Es una poesía, la de Cillóniz, que no se vive, sino que se reflexiona a posteriori, "fuera de la obra", desde la memoria, desde el recuerdo. Sin embargo, cuenta con momentos dignos de mención por su punzante actualidad y con una estética infrecuente que otorga, por sí sola, todo su valor a la obra.

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